Por Gerson Gómez
 
Es toda una tradición en la urbe norteña. Menos el año de carestía de agua. Por asunto político. Jamás por evitar incendio.

La colonia popular Obrerista se encuentra adjunta al primer cuadro de Monterrey. Los habitantes del predio son termómetro de inconformidad social. Cooperan entre ellos para pagar la piñata con el infausto nombre.

Durante la verbena gritan toda clase de consignas. Cada arenga representa a miles de callados, disciplinados y olvidados.

Todo Nuevo León padece inestabilidad social improcedente. Mientras el gobierno estatal pasea por los Estados Unidos de América. En el mundo de las desilusiones capitalistas. La antigua tierra soñada. Profunda de diferencias en el corazón enfebrecido. Su mesías aún no capta la dimensión de oprimir el botón rojo.

John Steinbeck en las ‘Uvas de la Ira’, posteriores a la gran depresión de 1928, capturó en la novela hecha filme, la tragedia de los agricultores y la lucha perdida contra las instituciones de crédito.

Cada embargo mutiló la esperanza de los pobladores. Sin otra opción lanzados al océano de odio. Para llegar o no, a la soleada California.

Un siglo más tarde, todo sigue igual.

Mientras tanto, en la colonia Obrerista, en son de carrilla, de guasa y de tristeza ancestral, los vecinos harán público el desencanto.

Incrementar el precio del uso del transporte urbano por viaje ha calado en los bolsillos exiguos de las familias.

Ese es uno de los judas acelerando el corazón de los humildes del concreto. Viva con ellos este sábado el duelo. Acompáñelos. Vea como existe y convive una sociedad moderadamente organizada.

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