Espada de Dos Manos: El presidente Vil, parte II
Por Marcelo Fabián Monges / Escritor y periodista
El Estado de Israel defiende a cualquier ciudadano israelita, dentro o fuera de sus fronteras, es decir, en cualquier parte del mundo, como un padre o una madre, con sentimientos sanos y naturales de amor y con total sanidad en sus facultades mentales va a defender a un hijo. Algo digno de aprender del Estado de Israel.
El jueves pasado, 30 de enero, el Canciller Marcelo Ebrard dijo que los aviones para ir a buscar a cuatro mexicanos que se encuentran en China, en la provincia de Wuhan, son demasiado grandes. El resultado es que esos cuatro mexicanos, cuya vida está en riesgo, son abandonados por el Estado Mexicano. Nadie que entienda más o menos cómo funciona un gobierno podría creer que esa decisión es ajena al presidente López Obrador, o que López Obrador no se ha enterado ni por las noticias lo que hace su Canciller. Que no lo resuelva López Obrador en la realidad, significa que su gobierno es el que ha dejado abandonado a su suerte a esos cuatro mexicanos en China, aún bajo el riesgo que corren sus vidas.
Todos los países que tienen ciudadanos en la provincia China de Wuhanhan procedido a evacuarlos. Algunos, como España, Francia, Rusia, Estados Unidos ya lo han hecho. Otros están organizando la forma, pero lo harán. Esto significa que todos los países son más humanitarios, y más responsables de sus ciudadanos que el gobierno de López Obrador. Esto también quiere decir que el gobierno de López Obrador es más vil que cualquier otro gobierno en el mundo. Esto también quiere decir que López Obrador, de quién dependen todas las decisiones en realidad de su gobierno, no tiene forma de disimular su vileza, menos en situaciones límites. Algo absolutamente incomparable con cualquier otro primer mandatario en el mundo.
Si cualquier abogado denuncia al Canciller Marcelo Ebrard por abandono de persona, por la decisión de dejar a esos cuatro ciudadanos mexicanos abandonados en China, en un país donde la justicia no dependa de los caprichos del presidente y que funcione, no tendría ni dónde esconderse y sería procesado bajo esa figura jurídica, entre otras.
Pero el gobierno de López Obrador sí puede disponer de un avión grande para traer a México al dictador Evo Morales, o para repatriar la mitad de las cenizas de José José, como bien señaron usuarios en las redes sociales, o puede disponer también regalar 30 millones de dólares a Honduras y 30 millones de dólares a El Salvador y 30 millones de dólares para Guatemala, pero no puede enviar un avión, o encontrar una forma de sacar de China a cuatro ciudadanos mexicanos, en medio de una epidemia que está matando gente indiscriminadamente en ese lugar, por ahora.
Cabe preguntarse ¿Para quién gobierna López Obrador? ¿Qué son para él los mexicanos? ¿Qué representan? ¿Si en verdad los quiere o los odia? ¿O si simplemente los usa para construir su propio reinado? A la luz de los resultados de su gobierno hasta ahora, considerando sobre todo los obtenidos en el tema de inseguridad, no parece que la suerte y la vida de los mexicanos a López Obrador le importe mucho. Ya no digamos lo que está haciendo con los niños con cáncer.
Frente a esta actitud no solo lamentable, también delictiva del Canciller Marcelo Ebrard, de abandonar a los ciudadanos mexicanos en China en medio de una epidemia, el gobierno de Jalisco anunció que a través de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología de Jalisco (SICyT) comenzó el proceso para trasladar a México a 39 becarios de ese estado que se encuentran en China. También desde el gobierno de Enrique Alfaro, se ofrecieron apoyos económicos extras, por la situación que se vive por la crisis sanitaria en ese país, para quienes decidan permanecer en China[1]. Con este solo acto humanitario, el gobernador Enrique Alfaro se está posicionando para ser candidato a la Presidencia de la República para el 2024. Algo que la oposición debería saber mirar. A veces una jugada de ajedrez oportuna basta. Por estos días, ese principio que reza que la política se trata de sumar, es algo que la oposición política en México no entiende en absoluto.
Es decir, cuando se quiere se puede. Pero el Canciller Marcelo Ebrard está ocupado cenando con Lord Cacahuates.
Posteriormente llegarían a Guanajuato 18 estudiantes provenientes de China, de las ciudades de Xian, Tianjin y Harbin, quienes son parte de un grupo de 52 estudiantes que terminarían de regresar el 5 de febrero al estado de Guanajuato. Algunos de ellos declararon que al llegar al aeropuerto de la Ciudad de México nadie les hizo ningún control sanitario. Es decir, el gobierno de López Obrador sobre el tema del coronavirus es puro discurso y ninguna medida efectiva. La coordinación del regreso de estos estudiantesno estuvo para nada a cargo del gobierno federal, sino del gobiernode Guanajuato.
Este domingo pasado, 2 de febrero, aterrizó en Francia un avión de ese gobierno con diez mexicanos que el gobierno francés se ocupó de sacar de China. Un favor del gobierno francés al gobierno mexicano. Es decir, en este caso, el gobierno de López Obrador tampoco sacó a estos diez mexicanos de China, lo tuvo que hacer Francia. Todos estaban en la provincia China de Wuhan, lugar de origen de la epidemia. Es decir, el lugar más riesgoso para contagiarse. Los diez mexicanos debieron quedarse en cuarentena, al menos por 14 días en Francia. Algo que el gobierno de López Obrador no hizo para nada con los mexicanos llegados a Guanajuato. Por otro lado, la mexicana Patricia Coria Mendoza, tuvo que pagar 55 mil pesos por un boleto de avión para poder sacar a su hijo Elías de China, y declaró que lo hizo sin ningún apoyo del gobierno. Pero la cereza del pastel sería la noticia hecha pública el día de ayer, por el periodista Loret de Mola, de que el subsecretario Jesús Seade se encontraba en China, varado, por no conseguir un vuelo para regresar a México. Algo así como confirmar que los integrantes de la 4a Transformación están siempre fuera de tiempo y de lugar. Posteriormente a la difusión de la noticia, el subsecretario Jesús Seade escribió lo siguiente en su cuenta de twitter @JesusSeade“Hace unos días viajé a HK p/reunirme con su círculo financiero y señalar las oportunidades del TMEC para China, y promover a México como mejor destino p/inversión. Hay contingencia p/viajar debido al coronavirus, como todo mundo, espero se normalice pronto y pueda regresar a MX”.
Este viernes 31 de enero se impulsó desde el gobierno de López Obrador en redes sociales el hashtag #FueraLorenzoCordovaDelINE, hace unos días hicieron lo mismo contra Julián LeBarón. No tienen ningún pudor desde el gobierno de López Obrador en atacar instituciones, funcionarios, e incluso víctimas de la violencia. Y es aquí a donde quiero volver a la analogía del Guasón interpretado por Heath Ledger, en Batman el Caballero de la Noche,con el villano del Palacio. Veamos pues, con mayor agudeza, las semejanzas y diferencias del Guasón del Batman el Caballero de la Noche con el Guasón del Palacio Nacional, es decir, con López Obrador.
La primera escena de Batman el Caballero de la Noche comienza con el asalto a un banco, cometido por una banda de delincuentes con máscaras del Guasón. Entre ellos se traicionan y se matan, quedando vivo el mejor de todos, el verdadero Guasón, que a su vez en ese acto ha traicionado a todos sus compañeros. López Obrador ha traicionado a todos sus electores. Muchos de ellos, hoy por hoy, ya son expertos en tragar sapos, y en tratar de hacer maromas para justificar lo injustificable y para defender lo indefendible. López Obrador se ha convertido en todo lo que decía combatir, y en un experto en hacer todo lo contrario a lo que decía que iba a hacer. Desde la relación con Trump, la persecución a los migrantes, el aumento de la gasolina, la inseguridad que se terminaría según él desde el primer día que asumiera como presidente.
La diferencia más determinante entre López Obrador y el Guasón de Heath Ledger, es que López Obrador no puede ser un villano deliberado. No puede, al menos todo el tiempo, reírse de sus maldades de forma abierta. Por la simple razón de que los villanos no ganan elecciones. Ni podría permanecer en la indiferencia. Porque si hiciera eso, pese a la poca costumbre existente en México a las rebeliones populares, sobre todo si lo comparamos con Brasil,por ejemplo, un pueblo cuyas movilizaciones en la calle ha destituido a dos presidentes por corrupción, si la maldad de López Obrador fuera abierta y deliberada como la del Guasón, provocaría que miles de mexicanos salieran a las calles para destituirlo. López Obrador no puede darse ese lujo. Necesita disfrazarse de viejito bueno, de benefactor, de querer gobernar no para el beneficio propio, sino para el de toda la sociedad mexicana, aunque en la práctica esté haciendo todo lo contrario.
En este sentido el Guasón es mil veces más auténtico, su maldad es legítima y alardeada constantemente. El Guasón criollo es falso, sino, no podría ganar elecciones ni mantenerse en el poder. Pese a eso, se permite muchos gustos, como reírse con sorna de quienes lo critican, incluso de los cartonistas y memes cuando hace y dice sandeces.
López Obrador en cambio, organiza por abajo, que a los gobernadores de oposición en los actos a los que él concurre con ellos los abucheen, mientras él aparece como el pacificador, mientras disfruta su maldad por debajo.
La organización de estos abucheos a López Obrador lo hace sentir superior frente a los gobernadores. Según él, en su fuero íntimo, siente que de esa forma ante la opinión pública lo que se ve es mayor aprobación del pueblo bueno hacia su persona y total repudio a todo lo que sea oposición. Si necesita sentirse superior a los demás, es porque de fondo se sabe inferior. Esa es la razón por la que recurre a mecanismos taimados, irrespetuosos, descalificando a cualquier posible adversario, en vez de trabajar en equipo por el bien del país.
De la misma forma, produjo el desabasto de gasolinas. La verdadera causa era la cancelación de contratos y el haber dejado de comprar combustible desde el mes de diciembre de 2018, pero la versión pública fue que se debía a la guerra contra el huachicol, el que ha aumentado por cierto, mientras dejaba sin gasolina a los estados gobernados por la oposición, para castigarlos y para fundirlos.
Pero sigamos con las semejanzas y diferencias entre López Obrador y el Guasón. El Guasón no les cuenta a sus cómplices sus planes. López Obrador tampoco. No hay reuniones de gabinete. Se hace lo que él dice. Entre los secretarios de Estado y López Obrador siempre hubo y habrá un teléfono descompuesto, porque lo que vale para él no es el trabajo del conjunto de un gobierno, sino su suprema voluntad.
En la primera escena con la que comienza Batman el Caballero de la Noche, un funcionario del banco que atacó a escopetazos a los asaltantes del Guasón es asesinado, y antes de morir el personaje le reclama al Guasón diciéndole que “antes los criminales tenían honor, respeto, fe”. Algo que no tiene el Guasón y que tampoco tiene López Obrador. El Guasón no respeta la Ley, ni nada, ni a nadie, López Obrador tampoco, por eso desde su gobierno se permiten atacar a las víctimas de la violencia, a los padres de los niños con cáncer, o a cualquiera que pueda ser un opositor.
El Guasón es valiente, en la escena donde persiguen a Harvy para secuestrarlo, el Guasón agarra un lanzacohetes RPG7 y le dispara él mismo. López Obrador no es valiente. Cuando algo no le conviene se esconde. Como no fue a Puebla después de la caída del helicóptero donde viajaba la gobernadora Martha Erika Alonso y su marido, el Senador Rafael Moreno Valle. Como cuando se esconde en vez de responderle a Donald Trump.
Si López Obrador fuera valiente, asumiría sus decisiones. No las disfrazaría con falsas consultas amañadas o consultas simuladas para poder decir, semejante decisión fue de “ellos”, fue de “la gente”. Una manera canalla de ejercer el poder y no asumir decisiones terribles y costosas para el país como la cancelación del Aeropuerto de Texcoco.
Como Villano, el Guasón de Heath Ledger hace todo lo que le da la gana, sin importarle la Ley y sin ningún reparo. López Obrador también. En su concepción llegó ahí y ahora se la aguantan, porque él llegó para quedarse y para hacer su más completa voluntad, por encima de instituciones, de la Ley, de la Constitución o de lo que sea.
El Guasón es un criminal. ¿Y López Obrador? ¿Acasono es un crimen dejar a un enfermo de cáncer sin medicamentos? ¿Acaso no es un crimen dejar a los mexicanos en la provincia China con mayor epidemia de coronavirus? Pero podemos seguir. ¿Acaso con el asesinato de Samir Flores, el opositor a la termoeléctrica en Morelos, asesinado diez días después de que López Obrador fuera a su comunidad y se peleara con su gente? ¿Acaso esa comunidad y el EZLN no acusaron directamente al gobierno de López Obrador por ese crimen? Así podríamos seguir con los muertos de López Obrador.
El Guasón de Heath Ledger a pesar de las cicatrices tiene un rostro agradable, López Obrador no. López Obrador tiene cada músculo dela cara y del cuello, marcados por la frustración. La mayoría de los gestos de López Obrador, a diferencia del Guasón que se ríe hasta cuando va cayendo al vacío, están cubiertos por un rictus que muestran un estado de ánimo doloroso.
El Guasón siembra el caos. López Obrador también.
Mientras el Guasón lo hace en Ciudad Gótica, López Obrador financia a los anarquistas para meter miedo, manipular, hacerse el tolerante y el pacificador, y de paso atacar objetivos que quiere destruir y los utiliza como una forma de construcción política.
El Guasón se define como un agente del caos y dice deliberadamente que fue él y lo disfruta. López Obrador no podría decir que fue él, porque no podría gobernar. Aunque al igual que el Guasón disfruta de su maldad. En su fuero interno, para él, como buen villano, si no tiene resultados positivos no importa, mientras tanto va haciendo lo que quiere, va destruyendo a sus adversarios y enemigos, beneficia a los cárteles y a los delincuentes que no persigue, trabaja para asegurarse el poder mediante la compra de votos con dinero “directamente” a través de sus planes clientelares, y se asegura el negocio familiar, con fábricas nuevas para los hijos y una partida secreta de más de 90 mil millones de pesos, mientras pregona la austeridad para los otros.
López Obrador tiene una risa mordaz, con la que se burla de quienes lo critican, en vez de aceptar errores. El Guasón tiene el sarcasmo en la risa, porque la maldad de él es calculada y premeditada.
El Guasón disfruta del dolor ajeno. López Obrador también. Por eso, a sabiendas del peso de sus palabras, fustiga a sus adversarios y a quienes lo critican desde el púlpito presidencial. Desde allí juega con meterle miedo a los expresidentes diciendo un día sí y otro no que serán juzgados.
En psicología se dice que: “La personalidad perversa maneja con maestría la mentira y la confabulación, porque su único objetivo es satisfacer sus propios deseos a costa de los demás. No tiene ningún sentimiento de culpa, porque en su mente deforma la realidad, de manera que siempre son los demás quienes son culpables de sus conductas”[2]. Cualquier semejanza con la realidad o con el Guasón del Palacio no son meras coincidencias.
Los perversos son narcisistas. Narcisista es el Guasón de la película y narcisista es López Obrador. Cómo no va a ser narcisista un tipo que necesita estar todos los días al menos dos horas frente a los medios de comunicación en vez de trabajar y ofrecer resultados. Las mañaneras responden a una necesidad psicológica de él, no a una necesidad comunicacional del país.
Lo que hay que saber es que estos individuos nunca se van solos. Nunca cambian. Nunca se curan. Porque para curarse de algo, de cualquier cosa, hay que querer curarse. Y como como decía el psicoanalista y terapeuta francés Jean-CharlesBouchouxel narcisista proyecta su locura en el otro -su víctima-, volviéndole loco para salvarse u ocultar su mal.
Por eso, bajarse del avión es lo correcto. Como hizo esa familia del vuelo que iba a Tabasco en el que viajaba López Obrador. Si todo México dejara de escuchar las conferencias mañaneras de López Obrador, dejando así de escuchar sus mentiras permanentes, sus burlas, sus insultos, sus malas ideas, empezaríamos a restarle importancia y a disminuir el daño que le está haciendo al país.
Al respecto hay que tener en cuenta dos cosas. Estos individuos nunca cesan su influencia por sí solos. Hay que hacer algo. Y el otro elemento a tener en cuenta es que las dictaduras nunca se van solas. Como en Venezuela. Hay que quitarlas.