Empresas que gestionan sus emociones
Por David Somoza Mosquera
¿Inteligencia social en las empresas? Pues, sí. La razón, básicamente, es que las relaciones armoniosas y proactivas toman cada vez más terreno dentro de las organizaciones como clave del éxito empresarial. Y la herramienta que permite llegar a ese clima no es otra que la inteligencia social.
Se trata de un conjunto de habilidades innatas o aprendidas por los individuos que facilitan la interacción y comunicación entre los integrantes de la empresa. Contribuyen, por ejemplo, a dar respuesta a los problemas que se presentan dentro de las compañías y que entorpecen su funcionamiento y crecimiento, algunos asociados precisamente el mal manejo de las emociones.
De hecho, una empresa es exitosa cuando ejecuta una correcta gestión emocional y social hacia su capital humano. La creencia de que las emociones se dejan fuera de la compañía ha demostrado ser una gran limitante: repercute negativamente en todos los ámbitos productivos y económicos del negocio.
Así que es un error para las empresas ignorar el impacto que las emociones pueden tener en las operaciones. Es más, la inteligencia social resulta cada vez más indispensable para que las compañías cuenten con jefes diestros en el área social.
Esta condición genera buenas relaciones laborales debido a que los empleados se sienten motivados y valorados, lo cual se traduce en mayor productividad, responsabilidad y compromiso con las estrategias y planes fijados, así como con los valores, visión y misión de la compañía.
Dentro de la gestión de emociones una de las destrezas a destacar son las relaciones o vínculos con las personas, las interacciones y los contextos. Otros elementos claves son la claridad; la cual facilita la persuasión y consecución de transferir a los demás las ideas propias; la empatía o colocarse en el lugar del otro; y la apreciación que de mi tienen los demás.
La inteligencia social despierta en los empleados el sentido de pertenencia y orgullo de ser miembros de la empresa. Es una herramienta que representa una ganancia para las empresas en el plano organizacional e, incluso, en las finanzas debido a la mayor rentabilidad y productividad que se logran con esta metodología.