En busca de las almas en pena de la Alameda Central
Por María Lizeth Cohetero
Para quienes no la conocen, la Alameda Central es un sitio donde miras de todo, tan solo en la entrada por el Palacio de Bellas Artes contemplas la belleza de sus instalaciones, el colorido verde de los inmensos árboles, mientras decenas de personas tratan de capturar su mejor toma.
Las vivencias en la ´mágica Alameda ´van desde tener que comprar la ´pulserita´ por compromiso, ver niños sonriendo en familia, hombres y mujeres solos o acompañados, personas ríen, lloran, discuten y se reconcilian. Gente ´olvidándose´ del mundo y también gente olvidada.
A sus adentros, las fuentes son la ´regadera´ de los desafortunados y las bancas sus ´aposentos´, mientras que los cartones cubren de calor su cicatrizado cuerpo.
Más adentro, el ambiente es más solo, creo saber por qué, pero aun así averiguó la razón, me acercó a los pocos vendedores ambulantes y en un día gris y lluvioso trato de conversar sobre sus experiencias.
En el Ex-Templo y Convento de San Diego, actual laboratorio Arte-Alameda, en la calle Doctor Mora se halla una placa histórica “Frente a este lugar estuvo el quemadero de la Inquisición (de 1956 a 1771)”. Miro el paisaje tratando de imaginar en dónde exactamente se hallaba el quemadero donde condenaban a muerte a los herejes, y a quienes practicaban la apostasía, el culto a otras creencias, la brujería y solicitación de prostitutas.
Para ser viernes, el ambiente es demasiado tranquilo, sin embargo, se entiende dadas las lluvias vespertinas. Hago un recorrido frente al ex convento, y me atemorizó pues las historias ´paranormales´ me ponen en un estado de alerta, porque, aunque las ánimas suelen penar en las noches, se dice que, si te detienes a escuchar, puedes oír sus susurros cerca de las fuentes o monumentos.
Y aunque es plena tarde, me acercó a una de las fuentes, y me quedó unos minutos, pero no lo logró captar ruidos ´anormales ‘más que el alto volumen de ambulancias que están de paso en la zona. Tal vez las ánimas también se refugian de las lluvias y del frío que ´cale el cuerpo´.
La leyenda urbana dice que quemar al responsable de tales ´pecados´ tenía simbolismo, pues el fuego era el mejor purificador del alma. Sin embargo, las víctimas de aquel escalofriante crematorio no encontraron descanso y sus almas quedaron atrapadas en el parque.
Muchos visitantes, sobre todo, vendedores ambulantes, han sido parte de eventos ´extraños´, como la sensación de ser observados, susurros inexplicables o incluso avistamientos de sombras cuando se encuentran aparentemente solos.